Yo puedo decidir

Por Mercedes Ardiles |

Semana mundial del Parto Respetado 2016

Esta semana, del 16 al 23 de mayo, nos encontramos transitando nuevamente una Semana mundial del Parto Respetado. Cada año, tiene un lema especial.  El del 2016 es “Mi decisión, mi cuerpo, mi bebé”.

¿Y qué quiere decir que un parto sea respetado? ¿Quién debe respetar a quién? ¿Qué es lo que se debe respetar?

En los últimos años, en varios países del mundo, se ha estado hablando y trabajando para recuperar algunos aspectos del parto y el nacimiento que, por haberse convertido  en actos médicos, habían quedado de lado. Uno de ellos es, por ejemplo, el protagonismo de la mujer en esta experiencia vital, en la que no sea tomada como objeto de un acto médico, sino que pueda participar activamente en el nacimiento de su hijo. Este participar se traduce en la posibilidad de elegir: poder moverse o no, transitar este proceso con calmantes y anestesias artificiales o no, revalorizar ciertos aspectos que favorecen el proceso, tener a alguien de su confianza que la acompañe, entre muchos otros.

También, se ha ido tomando conciencia de las necesidades del bebé al nacer. De su sensibilidad, de lo traumático que puede ser el pasaje del mundo seguro donde se encontraba a un mundo amplio, frío, desconocido, ruidoso, donde lo único que lo liga a su mundo anterior es el sonido de la voz de la madre, sus latidos, el sentirse sostenido y contenido…

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De más está decir que todas las personas que participan en el nacimiento de un bebé y en el parto de la mujer quieren que todo salga bien. Que terminado el proceso sea posible decir “la madre y el niño se encuentran bien” y todos respiren aliviados y puedan alegrarse. El problema aparece cuando los criterios de lo que es necesario hacer para que se pueda llegar a este punto son disímiles, y donde cada actor en cuestión considera prioritario un aspecto por sobre otros. Todos desean lo mismo, los caminos para lograrlo pueden ser diferentes.

Es aquí donde aparecen los distintos tipos de partos, más o menos medicalizados; donde hoy se cuestiona el altísimo índice de cesáreas que hay, tanto en ámbitos privados como públicos; donde se cuestionan prácticas que por rutina les hacen a las madres y a los bebés recién nacidos, sobre las que ya no hay consenso en si son realmente necesarias en todos los casos… y este es otro punto importante: Prácticas que nacieron para solucionar problemas, por ejemplo “Las cesáreas pueden salvar la vida de la madre o del bebé”, se han extendido tanto que hoy nos encontramos con recomendaciones de la OMS sobre la necesidad de reducirlas o que se apliquen solo en caso de necesidad.

¿Y qué quiere decir el lema de este año? “Mi decisión, mi cuerpo, mi bebé”

Por un lado nos encontramos con que las mujeres embarazadas hoy cuentan con la posibilidad de estar mucho más informadas que en el pasado. Es una práctica común que las mujeres, cuando salen del consultorio de sus obstetras, busquen en las redes algo relacionado con la consulta. La palabra del médico ya no es la palabra final. La “interconsulta” se hace en la red, en grupos de mujeres en situaciones similares, visitando a otros médicos, hoy todo se cuestiona.

Por otro lado, “mi cuerpo, mi bebé” parecen ser aquello sobre lo cual se decide, enfatizado por el “mi”. Es la conciencia sobre las decisiones que se toman sobre MI cuerpo, sobre MI bebé. Antes, las mujeres parecían no tener ningún tipo de poder en las decisiones que se tomaban sobre sus cuerpos, sobre sus hijos. Hoy lo están recuperando. Pero ¿Es siempre posible decidir? ¿Qué hace falta para que este poder de decisión sea real?

El momento del parto es, por un lado, uno de los momentos más poderosos en la vida de una mujer. La posibilidad de parir, de dar vida, es muy fuerte y transformadora. Por otro lado, es uno de los momentos más vulnerables. Están en juego su vida y la de su hijo, por lo cual, cada decisión que se toma en este período es vital. Entonces, ¿cómo puede ejercer la mujer que está pariendo su poder de decisión sobre cuestiones que quizás desconoce, cuando no está con su mente y su cuerpo totalmente disponibles para pensar y actuar?

El momento para ejercer este poder tiene una extensión de muchos meses, todos los que ha durado su embarazo y que continuará su posparto.

Volviendo al tema del respeto y sobre quién debe respetar partoa quien, el primer paso es que la propia mujer se respete profundamente a sí misma. Sentir confianza durante el trabajo de parto y el parto favorece enormemente el proceso. Cada mujer debe conectar con aquello que le da confianza, más allá de lo que el medio le proponga. ¿Siento confianza en la tecnología y en un médico experimentado? ¿Siento confianza en la persona que me va a acompañar, siento que su apoyo es fundamental para mí? ¿Siento confianza en mi cuerpo y en sus procesos naturales? ¿Siento confianza en una institución reconocida? Detectar esto permite a la mujer orientar su búsqueda hacia el tipo de parto que necesita para ella y para el nacimiento de su hijo. Conocerse y respetarse a sí misma es, entonces, el primer paso.

Asimismo, el poder de decisión requiere información y conocimiento del tema a decidir. No se puede decidir sin saber. Los meses de embarazo pueden ser muy transformadores, meses en los que se aprenden muchas cosas. No es el mismo conocimiento el que tiene una mujer a las 7 semanas de gestación, cuando quizás está decidiendo quién será el médico obstetra que va a acompañarla en el parto, que el que tiene a las 38 o 40 semanas y está a punto de parir. Teniendo esto en cuenta, sería importante también que la mujer se reserve el derecho interno de cambiar de equipo médico durante el proceso de embarazo si se diera cuenta de que no trabajan como a ella le gustaría que sea su parto. Muchas cosas pueden cambiar en esos meses.

Existe hoy un instrumento que se está usando cada vez más y que es el Plan de Parto. Este documento expresa la voluntad de la madre y el padre sobre cómo les gustaría que fuera el parto y el nacimiento de su hijo. Es la oportunidad que tienen los padres de manifestar explícitamente tanto al equipo médico como a la institución en la cual planean que nazca su hijo,  sobre los detalles  de cada etapa del nacimiento. Estos documentos todavía son recibidos con cierto resquemor por parte de las instituciones, pero cada vez será más normal que las mujeres y parejas hagan uso de ellos.

Es conveniente que el Plan de parto esté redactado en un modo que deje abierta la posibilidad de acción y decisión del médico en el momento del parto. El modo potencial es un modo adecuado para esto: me gustaría…; si fuera posible preferimos tal cosa; etc. Una redacción amable y clara con respecto a los puntos que la mujer o la pareja quieren explicitar ANTES del parto. Cuando llega este momento ya todo tiene que estar charlado, convenido y decidido. Siempre hay que recordar, igualmente, que el parto, como la vida, no puede planificarse absolutamente. Hay que dejar un margen mental y emocional para asimilar aquello que no sea como una lo soñó.

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Cuando llega, finalmente, el momento tan esperado, hay que confiar en todo el trabajo previo, en las charlas que se han tenido con el médico y partera, en el trabajo personal que haya hecho cada mujer y entregarse al proceso. Durante el trabajo de parto y parto, quien acompaña puede recordar al equipo médico si hay algo diferente al plan hecho antes, pero no es un momento para pelear. La mujer podrá elegir moverse o no hacerlo, respirar de tal o cual manera, en qué posición parir si esto fue acordado antes, estar acompañada por alguien que haya elegido, podrá haber convenido que quiere tener a su hijo en contacto desde el principio, respetar esa primera hora tan importante para ambos, sobre el tema de las vacunas si la institución en la que eligió parir tiene opciones…. Pero es necesario saber que durante el nacimiento de su hijo pueden aparecer circunstancias que hagan que sea necesario decidir hacer algo diferente a lo planeado.

El poder de decisión de la mujer o la pareja se ejerce, básicamente, antes del parto. Durante el mismo, pueden recordar lo pactado antes, pero es el médico el que tomará las decisiones que sean vitales en ese momento y si se confía en él y su equipo todo fluirá mejor.

Quizás desilusione a algunas mujeres no tener el poder de decisión absoluto, pero si se aprovecha todo el trabajo que puede hacerse previo al parto, puede hacer una gran diferencia con respecto a la entrega total, inocente y sin cuestionamientos que termina en desilusiones o con la creencia de que hubo algo del propio cuerpo que funcionó mal.

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