Los principales Centros de Energía son siete. Se los describe como una flor, cuyo tallo nace en la columna vertebral y cuya corola se abre como una trompeta en la parte anterior del cuerpo.
A cada Centro le corresponde un sector de la columna vertebral, un plexo neurovegetativo, determinados órganos, glándulas y grupo muscular. También tiene un contenido emocional y un modo de expresión que le es característico.
Los siete Chakras principales son:
El Centro Bajo, se relaciona con la fuerza, la generación de la energía, la vitalidad. Podemos decir que tenemos la fuerza y el vigor en los pies y las piernas.
El Centro Lumbo Sacro, se relaciona con el movimiento, la sexualidad, el disfrute en lo cotidiano. La sensualidad y sexualidad surgen de las caderas.
El Centro Medio, se relaciona con la personalidad, con el ego y la vida emocional. Es el asiento de nuestro poder espiritual y personal. Sentimos nuestras emociones a la altura del estómago.
El Centro Cardíaco, se relaciona con el amor, los afectos, con el dar y el recibir, la aceptación. Amamos con el corazón.
El Centro Laríngeo, se relaciona con el intelecto, la comunicación. Nos expresamos a través de los sentidos.
El Centro Frontal se relaciona con la intuición, la percepción, síntesis, certeza, claridad, neutralidad, nos da la capacidad de Ilegar a un concepto, eludiendo los procesos de la Iógica.
El Centro Coronario es el centro de la conciencia cósmica o superior, de la habilidad de simplemente estar y ser la conciencia ilimitada del propósito divino. Tiene que ver con conectar con el poder de crear sin límites, de transmutar, de sentirnos unidos al todo.
Para comprender el sistema es necesario pensar al ser humano como un sistema energético, conectado con otros sistemas energéticos donde su cuerpo es el escenario en el cual se producen infinitas transformaciones al ponerse en contacto con las energías que provienen del exterior.
Las energías interiores proceden de los alimentos y de su proceso metabólico; de las emociones y de los pensamientos; del movimiento y de los cambios hormonales que éste produce; de las vivencias personales.
Las energías exteriores provienen del medio ambiente (suelo, clima, hábitat); del contexto cultural (sistemas de creencias e ideas); de las relaciones vinculares con otras personas; del plano transpersonal (condicionamiento genético y filogenético, inserción en el inconsciente colectivo) y del Universo.
Este proceso energético en continuo movimiento es captado y organizado por los centros de energía que funcionan como centrales retransmisoras a través de las cuales la energía se regula y distribuye hacia las distintas zonas del cuerpo. La energía de una persona no está distribuida de manera homogénea: sus centros funcionan influyéndose unos a otros, equilibrándose o desequilibrándose. El desequilibrio puede deberse tanto a exceso como a falta de energía. Sólo hay salud cuando ésta fluye libremente. Cuando se pierde o queda estancada en ciertas zonas estamos ante la enfermedad.
El objetivo del trabajo de centros de energía es recuperar el equilibrio y armonizarse en los niveles físicos, emocional, mental y espiritual, para así desarrollar el potencial de la persona.
Considerada la enfermedad como la resultante del desequilibrio energético, el proceso gira en una doble tarea:
1) Resolver las dificultades energéticas para evitar la patología si ésta aún no se ha manifestado a nivel físico.
2) Desarrollar las posibilidades de evolución energética, es decir, de los diferentes planos de la persona entera.
Los centros de energía nos dan información acerca de todos los niveles de la persona: la manera en que se manifiesta en su cuerpo físico, a través de la lectura corporal, por la cualidad de sus vivencias, la construcción de su pensamiento… En síntesis, el modo en que expresa su matriz energética, que es su peculiar manera de organizar la realidad (argumento vital).
Por otro lado, a cada zona del cuerpo corresponde un contenido determinado.
Cuando un centro de energía está equilibrado, su expresión en el nivel físico se manifiesta con un tono muscular adecuado, corazas móviles, órganos en buen funcionamiento. A nivel emocional: Respuestas emocionales ricas y creativas. A nivel mental: Un pensamiento que concibe un aprendizaje progresivo. A nivel espiritual: Un desarrollo del potencial vital. En este caso, el aura o espacio radiante es más brillante y extenso.
Por el contrario, cuando un centro de energía está desequilibrado, aparecen contracturas a nivel muscular, o descenso del tono y escasa coloración de la piel, frío, rigidez en las articulaciones, respiración limitada, vivencias mecánicas y repetitivas que dan lugar a un condicionamiento de lo temido, un sistema de pensamiento rígido, y distintas disfunciones orgánicas según el centro que esté implicado.
A los 7 centros mayores se los describe como una flor, cuyo tallo nace en la columna vertebral y cuya corola se abre como una trompeta en la parte anterior del cuerpo, a través de la piel. Cada centro está en relación con un sector de la columna vertebral y con un sector del sistema nervioso.
En el lugar donde se ubica cada centro hay un plexo del sistema neurovegetativo y una glándula endócrina. Los plexos son estaciones retransmisoras de la energía nerviosa y tienen a su cargo un grupo de órganos internos. Las glándulas endócrinas producen sustancias, las hormonas, que pasan a la sangre y actúan en cada organismo de una manera específica, influyendo en la personalidad total: tanto en el nivel físico y funcional como en el psíquico.
También a cada centro de energía le corresponde un sector muscular y una porción de la piel, inervados por los nervios correspondientes situados en una porción de la columna vertebral.
Cada uno de estos siete centros se comporta como una unidad funcional y los músculos correlativos tienen un sentido expresivo peculiar: en el movimiento de la vida diaria, cumplen una función voluntaria y de descarga emocional específica. Los músculos largos de los miembros realizan movimientos destinados a satisfacer la vida de relación. Los músculos cortos -músculos profundos- en especial de la columna que determinan la posición y la plástica de cada cuerpo, están más influidos por la emocionalidad y la instintividad, por eso los llamamos músculos emocionales.
Es así como el movimiento expresivo permite reconocer la carga emocional y el significado simbólico que cada centro energético, cada sector del cuerpo, adquiere en la persona.
Lineamientos para una aproximación a la comprensión de los contenidos que cada centro abarca:
Centro coronario: Rige el nivel espiritual.
Ubicación: nace detrás del punto medio de la cabeza y se abre hacia arriba, encima de la coronilla.
Función: conexión con dios, descubrimiento del sentido de la vida. En el nivel simbólico se lo configura con la corona del rey o la aureola de los santos, indicadores de la autoridad o de la espiritualidad conferidas al hombre por una entidad superior. Por el centro coronario ingresa la energía cósmica que llega desde arriba y hacia él debe ascender la que proviene del centro bajo que, alineada con todas las otras de los diferentes planos de la actividad humana, logrará el máximo objetivo de la existencia: la conexión con el propio Espíritu, la unión con Dios o con el Absoluto.
Objetivo de la existencia: la conexión con el propio Espíritu, la unión con Dios o con el Absoluto.
Glándula pineal.
Contenido: transmutación, unidad, conexión con el inconsciente colectivo, revelación, lo infinito, lo atemporal, lo cósmico y lo trascendente.
Estados ampliados de conciencia.
Centro frontal: Rige el nivel mental.
Ubicación: nace en el punto medio de la cabeza y se abre en la frente, sobre el entrecejo.
Función: activar la mente, entendiendo por mente todo proceso creativo en el cual intervienen los elementos aportados por el intelecto (energía proveniente del centro laríngeo) y por la inspiración y la intuición que provienen del centro coronario. Al equilibrarse este centro, se desarrolla la capacidad rectora de la mente y surge la conciencia de su capacidad creadora, de un yo superior o central. Desde el punto de vista energético, el trabajo con este centro lleva a la producción consciente del llamado “ritmo alfa” que es un estado de autoprogramación y creatividad.
Glándula hipófisis.
Músculos: anillo ocular y músculos craneales.
Contenido: conciencia, contemplación, intuición, síntesis, percepción, videncia. El tipo de pensamiento es creativo y no reproductivo como el del nivel intelectual.
Centro laríngeo: Rige el nivel intelectual.
Ubicación: nace en la columna cervical y se abre delante de la laringe. Incluye la cara (hasta los ojos), todo el cuello, los trapecios y el movimiento de los dedos. En este centro están todos los órganos de los sentidos (ojos, oídos, nariz, lengua y yema de los dedos) que son la puerta de entrada al intelecto. Y también la puerta de salida, a través de los medios de comunicación del pensamiento: la voz, la palabra, la mímica, la acción discriminada de los dedos que posibilita la escritura, la realización de cualquier tarea manual y la ejecución de cualquier técnica aprendida y usada intelectualmente como el manejo de instrumentos, aparatos o máquinas.
Función: este centro está relacionado con la expresión del intelecto (lo aprendido) y cumple la función de control que el intelecto tiene sobre la vida psíquica; gobierna, así la actividad general, reprimiendo el libre fluir de la energía. Es un centro de pasaje que conecta el tronco y la cabeza, el cielo con la tierra.
Glándula tiroides.
Músculos: Anillo cervical, músculos de la cara y occipitales.
Contenido emocional: control, creatividad, creencias, conceptos, prejuicios, ideología, juicios, razón, calificación, análisis, lógica, sistemas principios, rigor, dogmatismo, exigencia, causa-efecto. Sus corazas manifiestan la represión de la energía proveniente de los centros bajos (instintividad, emocionalidad, afectos) y de los altos (intuición, inspiración, vida espiritual). La disfunción del centro produce rigideces en el cuello, la garganta, la boca y la cara en general, jaquecas, dolores cervicales, hipertensión, etc.
Elemento: éter.
Centro cardíaco: Rige el nivel afectivo.
Ubicación: nace en la columna dorsal alta y se abre en el pecho, sobre el corazón. Incluye los brazos y las palmas de las manos.
Función: la conexión con el amor, con la voluntad de acción y con el yo. Al subir la energía desde el centro medio, le posibilita vincularse con el otro, de sujeto a sujeto, con la noción de “nosotros”, o sea donde el otro es lo que es y no lo que yo quisiera que sea (fantasía proyectiva).
Glándula timo, plexo cardíaco.
Músculos: pectorales, esterno-cleido mastoideo, bíceps, radiales, dorsales anchos, trapecios.
Contenido emocional: amor, vinculación e integración con el otro, solidaridad, amistad, compasión, generosidad, calor, ideales, perdón, contacto, entrega, altruismo, devoción, piedad, misericordia, expansión, fraternidad, comunión. Pensamiento con capacidad de objetivar, superación de la autorreferencia.
Elemento: aire.
Centro medio: Rige el nivel emocional.
Ubicación: nace en la columna dorsal baja (6ª. Vértebra dorsal) y se abre a la altura del epigastrio (boca del estómago), por encima del ombligo.
Función: tiene gran poder transformador: transforma la energía externa en emoción interna y transmuta la energía del estímulo en respuesta motora, utilizando el centro del movimiento. Así el estímulo externo queda convertido en expresión (presión hacia fuera) y nuestro cuerpo manifiesta las emociones despertadas en él.
El plexo solar y sus órganos correspondientes, los digestivos: estómago, duodeno, intestino y páncreas.
Músculos: abarca el abdomen superior(rectos, oblicuos y transversales) y en la parte de atrás: dorsales. Forma “corazas blandas”, caracterizadas por su variabilidad y capacidad de adaptación.
Contenido emocional: rabia, miedos, angustia, alegría, tristeza, nostalgia, melancolía, completud, anticipación, enganches, celos, posesividad, envidia, idealización, rivalidad, desesperación, confusión, esperanza, enamoramiento, proyección, fantasía, deseo, capricho, egoísmo, imposición, sumisión. El tipo de pensamiento es laberíntico, obsesivo, “círculo vicioso”.
Elemento: fuego.
Centro lumbo-sacro: Rige el nivel instintivo vital.
Ubicación: nace en la columna lumbar y se abre sobre el pubis, a la altura de los genitales.
Función: está relacionado con la vida instintiva. Su energía es de empuje, de pulsión y de fusión.
Glándulas: las sexuales (en lo que atañe al impulso sexual) y la médula suprarrenal, secretora de adrenalina. Su plexo neurovegetativo: el mesentérico que tiene a su cargo el colon ascendente y descendente, el aparato urinario y el aparato genital.
Músculos: los pertenecientes al anillo pélvico: lumbares anchos, parte superior del glúteo y abdominales bajos. Este es el centro del movimiento y del impulso. Cuando hay corazas musculares que traban el movimiento, se frena la circulación de la energía y perturban el buen desarrollo de la sexualidad y la salud. Las rigideces de este centro se manifiestan también en dolores lumbares, trastornos de discos (con su consecuencia, la ciática), problemas de los meniscos, pie plano o arco vencido, escoliosis.
Contenido emocional: fluidez, soltura, expansión, permiso, dirección, sexualidad, fusión, goce, libertad, placer, sensualidad, movimiento, plasticidad, alegría, entrega, entusiasmo, pasión, atracción, piel, instinto, polaridad, masculino, femenino.
Elemento: Agua.
Centro bajo. Rige el nivel orgánico.
Ubicación: tiene su “tallo” en la articulación del saco con el coxis y se abre, hacia abajo entre los muslos, en el periné, detrás de los genitales.
Función: proporciona la energía a los demás centros y, por lo tanto, representa la vitalidad y la materia.
Glándulas: la corteza suprarrenal y las glándulas sexuales. El plexo neurovegetativo: el pélvico que tiene a su cargo el recto, el útero en la mujer y la próstata en el hombre.
Músculos: los glúteos y los de la parte posterior de muslos y piernas.
Contenido emocional: mantenimiento de la vida, fuerza, pulsión, agresión, conexión con el aquí-ahora, espacio y territorio, firmeza, realismo, adaptación, decisión, recursos, ubicación, peso, consistencia, volumen, sostén, calor, ancestros, mandatos. Si está en equilibrio: expresión de autoafirmación y de confianza en uno mismo. Si está debilitado: manifiesta timidez, falta de seguridad y de fuerza, tendencia a las infecciones y a la hipotensión, salud disminuida.
Elemento: tierra.
La Terapia de Centros de Energía utiliza ejercicios corporales, visualizaciones y trabajos de reflexión sobre los problemas de un centro, su interacción con los otros, la incorporación de nueva información para producir un nuevo aprendizaje y significación de la experiencia a nivel espiritual.
Por ejemplo: el caso de una persona que sufre de disfunciones en su centro bajo. Estas pueden manifestarse en: El nivel físico: problemas en los pies que son los que sostienen, los que permiten mantener la estabilidad cuando nos movemos en cierta dirección (tener problemas en los pies y en las piernas señala una dificultad para el autosostén y para cambiar de lugar). En el nivel emocional: aparecen problemas de seguridad, falta de continuidad, falta de discriminación, soledad. En el nivel mental: encontraremos un pensamiento fragmentado, rígido y una gran dificultad para incorporar ideas nuevas. En el nivel espiritual, finalmente, una falta de conexión con el todo, una sensación de estar separado, de “sinsentido”.
Para mover este centro se ejercitan los pies con movimientos rítmicos, golpeando el suelo vigorosamente con toda la planta y también en especial, con los talones. Se emplea, como acompañamiento, música con ritmo marcado, con base de percusión. Se mantiene el tronco erecto y fuerte y las rodillas semiflexionadas: esto confiere a la figura una expresión de fuerza. Esta postura es un punto de partida para la autoafirmación. Este tipo de trabajo se puede llevar a cabo tanto a nivel individual como en forma grupal.
En general, quien acude a este tipo de terapia es alguien que está en un proceso de autoconocimiento y de reorientación de su vida y de sus valores y que ya ha puesto el acento en el desarrollo de su potencial en todos los niveles, en la armonía y no solamente en la resolución de conflictos específicos que, en muchos casos, ya han abordado en otros tipos de psicoterapias más orientadas a la personalidad.
La tarea en los grupos está más orientada a la autoasistencia; el objetivo es que cada integrante conozca cómo está distribuida la energía en su cuerpo, qué inconvenientes le producen los desequilibrios y que todos adquieran una serie de recursos, básicamente corporales, para equilibrarla.
La experiencia demuestra que al cambiar el cuerpo cambia la persona en su totalidad.
– por Diana Wechsler